Hay un montón de tablas apiladas, unos cuantos vidrios rotos y el letrero que señala "En reparación".
Si tan sólo supiera cuándo podré barnizar y terminar con los retoques, entonces la mudanza sería más fácil; pero como en todo proceso, hay muchos implicados y la cosa se complica al llevar una agenda retacada.
Puede ser que la pintura ya haya secado, pero no lo compruebo por temor a estropearla y desatar de nuevo la hemorragia.
En los cuadros se observan rostros familiares y sensibles que por alguna razón se sienten como objetos inanimados, espectros de décadas pasadas. Entran en mis sueños y me privan del descanso. Mejor encerrarlos en el baúl.
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